Fue un hecho que conmocionó y sigue conmocionando a España pero para algunas televisiones el crimen de Asunta fue, sin duda, el hecho noticioso más rentable de los últimos tiempos. Antena 3 y Telecinco consiguieron con la cobertura especial realizada por sus programas convertirse en verdaderos líderes de audiencia. Por ejemplo, y con datos en la mano, el jueves 26 de septiembre “El programa de Ana Rosa” registró el mejor dato de audiencia de los últimos dos años. Y en esa misma jornada su principal competidor se quedaba en un muy buen segundo lugar con más de medio millón de espectadores, que se dice pronto.
Todo esto nos hace reflexionar y plantearnos ¿vale todo en televisión? Ya no estamos hablando de la telebasura que, de ser un debate candente hace unos años, parece que ha pasado a asumirse que esto es algo de lo más tipical spanish. Bueno si al final concebimos eso como puro entretenimiento vale, pero el problema es que para muchos espectadores eso es un modelo a seguir y ahí tenemos el problema.
Pero como decíamos dejemos un momento de lado el reality y los programas del corazón al más puro estilo Sálvame para centrarnos en el sensacionalismo o amarillismo del que muchas televisiones se tiñen. Crímenes, tragedias, asesinatos, desgracias, etc. ocupan horas y horas de la programación ante unos espectadores que permanecen atentos a la pantalla y al influjo que esta genera en ellos.
Este debate los responsables de programación siempre lo concluyen del siguiente modo, diciendo que ellos sólo ofrecen aquello que demanda el espectador, pero ¿de verdad es eso lo que queremos ver?
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