Se le conoce por medio de comunicación de masas y tal vez por tener interiorizado este concepto no nos paremos a pensar en las implicaciones que esta definición tiene. Este medio está considerando a los ciudadanos anónimos individuales y críticos, en una masa inerte incapaz de pensar y que sólo es capaz de seguir a aquel que los lidera, en este caso, la propia dinámica inherente a la televisión.
En el documental que programaron el otro día en La 2, no podía ser en otra cadena, se analiza el papel de la televisión como autoridad en nuestros días. Tras un experimento quedó demostrado que para un 30% de los individuos la autoridad de la televisión era totalmente incuestionable, esto hace subyacer una conclusión clara: la televisión nos impone un totalitarismo en el que no se nos pega ni se nos apunta con un arma pero en el que su discurso es la “palabra de Dios” para aquellos más creyentes.