"Un jubilado no es un ignorante financiero”, esas, si, esas han sido las palabras con las que Blesa, presidente de Caja Madrid durante trece años, ha defendido su inocencia y ha justificado la venta de preferentes a jubilados durante años. ¿Estos jubilados si que sabían dónde metían sus ahorros y la infanta, trabajando en una entidad bancaria, desconocía los negocios de su marido? ¿Cómo lo ves?
Conocedor de la situación de insolvencia de la entidad, Blesa decidió emitir 3.000 millones en preferentes, acciones que se vendieron indiscriminadamente entre unos 82.000 clientes, sin tener en cuenta la cultura financiera del cliente.
Ante las preguntas del fiscal Blesa alegó que “un cliente minorista o un jubilado que cobra su pensión no es un ignorante financiero”, puntualizando que: “los pensionistas no tienen por qué seres ignorantes financieros”.
La cuestión que más enerva, de todo esto, es que Blesa parece que se crea sus palabras, ¿Cómo puede ser que un jubilado conozca que se trata de un producto financiero de riego lo que está adquiriendo? No es de sentido común, no se entiende, como se quieren excusar cuando emitieron esas acciones a sabiendas, conociendo presumiblemente quienes iban a ser sus compradores. ¿Es justo que se crea que un jubilado es un entendido financiero y que no lo sea una personas formada y trabajadora de La Caixa, como la Infanta? Las comparaciones son odiosas y en este caso aún más.
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